En una época marcada por los rápidos avances
tecnológicos, en la que entidades como el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) estiman que el 65 % de las ocupaciones en la actualidad son susceptibles
de ser automatizadas, las habilidades para la vida, socioemocionales o blandas
han venido adquiriendo valoración en el mercado laboral, tanto o más que
aquellas destrezas técnicas que tengan las personas para desempeñarse en
cualquier oficio.
Aquellos trabajadores con habilidades de
negociación, creatividad, flexibilidad para el aprendizaje, resolución de
conflictos, capacidades de adaptación, toma de decisiones, inteligencia
emocional y resiliencia están ganando protagonismo en la medida que estas
destrezas, a diferencia de las técnicas, son difíciles de reemplazar por una
máquina.
“A lo largo de la historia, lo que ha
permitido que el empleo se mantenga a pesar de la automatización de tareas es
la creación de nuevas ocupaciones que solo pueden realizar los seres humanos
con habilidades blandas”, señala el BID en su informe Habilidades para el trabajo: ¿Qué son y cuáles son las más demandadas?,
elaborado en 2022 por Valentina Issa Castillo.
En el documento se explica que las habilidades
blandas son las que nos permiten diferenciarnos de los robots, ya que tienen
que ver con las cualidades, las actitudes, las creencias, los rasgos de
personalidad y los comportamientos propios del trabajador, que le facilitan su
relación con los demás.
Estas habilidades, en un contexto actual con
profundos cambios sociales, tienen amplias implicaciones para las personas, “ya
que contribuyen al funcionamiento social, emocional, productivo y/o intelectual
general”; además, contribuyen al éxito de los individuos como miembros de una
comunidad, al mejorar su bienestar, el uso eficaz de la información y la
búsqueda de objetivos, agrega el BID. “Representan enfoques generales para
lidiar con conflictos, estrés y obstáculos de la vida”.

¿Cómo
alcanzar la creatividad sin ser creativo?
Una de las habilidades mencionadas por el BID
en su informe es la creatividad, esa capacidad de emplear nuevas formas de
construir con el logro de las metas trazadas en las organizaciones, en una
apuesta por la innovación y la curiosidad.
En el curso
Creatividad para no creativos, disponible en ComfamaPro, la mentora
Carolina Chavate explica que la clave está en potenciar áreas de la vida en las
que la conciencia creativa ya está funcionando, pero que no son apreciadas en
su totalidad.
Para Carolina, la creatividad es como un viaje
en el que hay que atreverse a explorar, y en el que la curiosidad debe
prevalecer sobre el miedo. Por tanto, esta no tiene nada que ver con estudiar
una carrera específica, tampoco es un don reservado para algunas personas:
todas las personas tienen este potencial, pero deben descubrirla en sí mismos
para ponerla en práctica.
En ese viaje, la mentora plantea que hay que
valorar lo diferente y darse la posibilidad de adquirir nuevas habilidades y
conocimientos. Es allí donde existe la diferencia entre “turistas y viajeros”:
los primeros, dice, llenan su maleta de “inseguridades”, mientras que los
segundos empacan lo básico, porque están dispuestos a dejarse sorprender en el
camino.
“En este viaje de la creatividad, ¿tú qué
llevarías y cuál será el peso de tu equipaje?”, cuestiona Carolina antes de
invitar a los participantes a preguntarse “¿cómo quieres vivir tu vida?”, dado
que todos tenemos la libertad de elegir.
En su analogía del viaje, la mentora sugiere
tener la iniciativa y dar el primer paso, y si hay miedo, hacerlo con miedo,
antes de avanzar por las siguientes estaciones: la exploración y el viaje
interior, que comprenden, entre otras etapas, el proceso creativo y la
importancia de tener en cuenta los estímulos interiores y exteriores y algunos
ejercicios de conciencia plena para encontrar la inspiración en lo que nos
rodea.
“Los músicos y los bailarines que durante
décadas ensayan el mismo movimiento una y otra vez, no están solo preparando y
entrenando sus músculos, sino su atención, una atención inquebrantable,
dirigida a sí mismos y a su arte. Hay que asombrarnos con lo ordinario,
documentar la vida cotidiana, inspirarse en las escenas y en los sentires
interiores, es una de las mejores maneras de encontrar inspiración, nuevos
proyectos e ideas”, sugiere Carolina.